Code Emiru


March 27, 2012, 12:28 pm
Filed under: Soliloquios

Hace muchos años, cuando era pequeña y caprichosa, entré a una joyería con mi mamá. Recuerdo un anuncio en fondo azul y tipografía cursiva blanca, con una foto del océano, que promocionaba un dije con una perla dentro.

La experiencia era elegir el molusco (aunque no recuerdo específicamente cuál bivalvo) ahí mismo, y abrirlo en presencia, con jugos y todo. Luego, con toda ilusión se pedía un deseo y se colocaba la gema dentro del dije en forma de corazón. No era un muy buen diseño de joyería, pues la perlita bailaba dentro, y se abría con facilidad. Lo amé profundamente, y le escribí mil historias (en su mayoría aventuras de piratas en cuevas peligrosas de Cambodia y Kuala Lumpur).

Hermanos separados al nacer que se reunían por azar, ambos en la búsqueda de la afamada perla y sabiendo al instante– por los irrompibles lazos sanguíneos, claro– el vínculo que los unía. O la primera hija en una línea familiar de varones, que recibía la gema como herencia pasada por generaciones y, con ella, descubría que era parte clave en un misterio naval sin resolver.

No puedo apuntar el dedo en mi memoria al lugar ó momento preciso en que perdí ese dije, y tampoco sé por qué me ha venido a la mente hoy. Quisiera tenerlo aún. Pero me quedan las historias y el calorcito de saber que tuve mi propia Perla Perdida.


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